Cuando era una niña, siempre quería una mascota. Sin embargo, mi madre y mi hermano mayor tenían alergias, y estábamos demasiado ocupados para tener una mascota como un perro–a veces nos fuimos de nos casa desde el amanecer hasta el anochecer. Teníamos la alfombra en nos casa también, y mi madre no quería preocuparse por la limpieza. Por muchos años, yo tenía que aceptar que yo no podía tener una mascota nada.
Entonces, mi hermano se mudó de nos casa, y yo esperaba que pudiera tener una mascota. Sin embargo, mis padres no la querían todavía, aunque las alergias de mi madre no fueron tan malas como esas de mi hermano. En su nueva casa, mi hermano vivió con tres amigos por un verano, quienes tenían tres gatos y un perrito, aunque la casa fue un alquier y no permitió los animales. Después de mi hermano se mudó a un apartamento diferente, los gatos de uno de sus viejos compañeros de cuarto fueron descubiertos por el dueño, y él tenía que encontrar nuevos hogares para ellos. Mi hermano sugirió que deberíamos adoptar uno de los gatos, porque es más fácil a encargarse de los gatos que los perros. El gato fue grande, anaranjado, muy amable, y muy adorable. Pero mi padre no estaba convencido, y mi hermano nos dijo que el gato había sido adoptado por una otra persona. Yo estaba muy triste, pero entonces, mi hermano supo que ese persona no pudo adoptar el gato después de todo. Mi madre podía convenir mi padre a adoptar el gato, y ahora, el gato, se llama Vinnie, vive con nosotros y es el miembro favorito de mi familia por mucho.

La actividad favorita de Vinnie es dormir.